Querida familia lasallista:
Al llegar nuevamente la Navidad, la historia se detiene en Belén para recordarnos que Dios se hace pequeño, frágil y cercano. En el Niño que nace, contemplamos el amor hecho carne, la ternura que desarma, la esperanza que ilumina. Esta luz, que rompe la noche más oscura, nos invita a mirar con renovado asombro a quienes caminan con nosotros y a quienes nos esperan en las periferias de la vida.
Este 2025 ha sido un año de gracia. Hemos caminado bajo la guía del Año de la Espiritualidad Lasallista, cultivando el silencio, la oración, el discernimiento y la fraternidad como fuentes que sostienen nuestra vocación y misión. Celebramos también con profunda gratitud tres aniversarios que han marcado la historia y el corazón de nuestro Instituto: Los 125 años de la canonización de san Juan Bautista de La Salle, los 75 años de su proclamación como Patrono Celestial de los Educadores Cristianos, y Los 100 años de la Bula de Aprobación del Instituto, que nos dio identidad canónica en la Iglesia y nos comprometió aún más con el servicio a los pobres por medio de la educación.
Todo ello lo hemos vivido bajo el lema que nos acompañó durante el año: «ADN Lasallista: Nuestro corazón está en las periferias», un recordatorio permanente de que la fidelidad al Evangelio y a nuestro Fundador se concreta en la opción por los más vulnerables, en la presencia fraterna y en el compromiso transformador.
Mientras celebramos el nacimiento de Jesús, nos preparamos también para recibir un nuevo año que nos desafía a profundizar nuestra mirada. El 2026 nos invita a reconocer que «Todo está conectado», y que nuestro carisma es parte de una red viva que abraza a la humanidad, a la creación y a cada uno de nuestros hermanos y hermanas. Este será el tiempo de redescubrirnos como comunidad planetaria, responsables del cuidado mutuo y de la casa común.
Que esta Navidad nos encuentre con el corazón abierto, los ojos despiertos y las manos disponibles. Que el Niño de Belén inspire nuestros gestos cotidianos de fe, fraternidad y servicio. Y que, al igual que los pastores y los sabios, sepamos salir de nuestro lugar para ir al encuentro del Dios que nace donde menos lo esperamos.
¡Feliz Navidad y un bendecido 2026!
Lima, 19 de diciembre de 2025.





